La reciente cadena nacional en la que el presidente Javier Milei presentó el Presupuesto 2026 estuvo marcada por una frase que recordó nubarrones pasados: “Lo peor ya pasó”. La expresión buscó instalar un mensaje de optimismo tras la debacle electoral y en medio de una corrida cambiaria en cámara lenta. Milei anunció su presupuesto de ajuste 2026 con mentiras y promesas para los evasores
Sin embargo, esa misma fórmula lingüística fue utilizada por Mauricio Macri el 1° de marzo de 2018, cuando, tras dos años de política de ajustes, abrió la sesión legislativa ordinaria en el Congreso. También entonces, la promesa de haber superado el momento más duro buscaba un efecto tranquilizador. Ayer y hoy El antecedente de 2018 demuestra el riesgo de ese tipo de enunciados.
En el caso de Macri, el anuncio de que “lo peor ya pasó” no pudo sostenerse: meses después, la economía argentina sufrió una de sus crisis más severas, con corrida cambiaria, acuerdo de urgencia con el FMI y un salto inflacionario que conduciría a la erosión definitiva de la gestión de Cambiemos. En medio de la tensión, el riesgo país alcanzó su nivel máximo en once meses
Al igual que Macri en 2018, Milei procura instalar la idea de haber cruzado el umbral del dolor, la crueldad y el cinismo puestos en marcha el 10 de diciembre de 2023, al sostener que el equilibrio fiscal es el ancla para evitar nuevas crisis y garantizar estabilidad. Sin embargo, los analistas y parte de la opinión pública recuerdan que la confianza social depende no sólo de las palabras, sino de la capacidad de transformar esa retórica en datos concretos de crecimiento, mejora salarial y reducción efectiva de la pobreza.
El contraste entre el uso de la frase en ambos momentos políticos revela el peso simbólico de las palabras presidenciales y la memoria de los argentinos ante los augurios oficiales. De Macri a Milei, la reiteración de “lo peor ya pasó” funciona poco como mensaje de esperanza y mucho como un llamado a la alerta.