por Oberdan Rocamora

Consciente del retroceso electoral y con leve distancia crítica del Primo Mauricio, el Ángel Exterminador, que asiste impotente al desvanecimiento de las creaciones que lo catapultaron hacia la presidencia en 2015.
En principio el partido PRO, que abruptamente se reduce. Con el ingrato riesgo de ser literalmente abducido por el Fenómeno Milei.
Segundo, con la extinción del instrumento colectivo Juntos por el Cambio.
Espejo destrozado por el ladrillo Milei, que lo multiplicó en pedazos.
Los radicales que aportan territorio se emanciparon sin suerte.
Como los estancados adorables de la Coalición de la señora Elisa Carrió, La Bien Pagá.
Aportan el insumo valioso básico de la transparencia. Infortunadamente también se abrevian.
La cultura calabresa de los Primos Macri admite la comparación histórica con la cultura árabe de los hermanos Carlos y Eduardo Menem.
Eduardo alcanzó puestos jerárquicos por la potencia popular de Carlos.
Pero no pudieron ser puestos aún más altos también por Carlos.
Lo peor que podía intentar cualquier oportunista era hacerlos rivalizar.
Adscribirse a la ficción del “eduardismo”.
El Primo Jorge emprendió su propio camino como minigobernador de Vicente López.
Supo nutrirse de la estética del atorrantismo bonaerense.
Para ser trasplantado, mediante una negociación, hacia la capital.
Recortes para el gatoA los efectos de apartarlo de la competencia para la gobernación de la Provincia del Pecado.
Debía dejar el camino despejado para los tres postulantes que procuraban ser vencidos por Axel, El Gótico.
Diego Santilli, El Bermellón, que representaba a Horacio Rodríguez Larreta, Geniol (hoy emancipado).
Néstor Grindetti, El Diablo Rojo, representante de la señora Patricia, La Montonera del Bien.
Y el ambicioso Joaquín de la Torre, avalado -acaso- por la señora María Eugenia Vidal, La Chica de Flores de Girondo.
La primaria la ganó Grindetti, para perder irremediablemente con Axel.
Para continuar como jefe, el Primo Jorge considera que Mauricio necesita legitimarse en una elección.
Debe ganarle, a su criterio, a alguien. Tal vez como candidato a senador, aunque lo aburre la aplanadora parlamentaria.
Pero tiene poco sentido asumir la alternativa de perder por goleada con Patricia, en el éxtasis del ascenso libertario.
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