sábado, 20 de febrero de 2010

Neo - Neoliberalismo



por Sandra Russo (Página 12 20/02/10)

Si cada época levanta y entierra valores, es evidente que lo colectivo perdió las elecciones de junio frente a lo individual. No me refiero exactamente a lo político, aunque lo incluye. Es lo filosófico de un tiempo. Cuando surgió el neoliberalismo, en la posguerra, fue durante muchos años una escuela con aires masones que se nucleaba en Suiza, en la estación de Mont Pelerin. Hemos tomado a Milton Fridman como su padre, pero era su tío. Fridman fue Premio Nobel de Economía en 1976. Dos años antes, el Premio Nobel había sido para el austríaco Friedrich Hayek, que fue el que puso la semilla. Leer a Hayek aterra. Para él la democracia no es una condición necesaria para la verdadera libertad que debe custodiar el Estado: la libertad de mercado. La escuela de Mont Pelerin estaba comprobándolo cuando sus popes fueron bendecidos por los Nobel: Chile, 1973. El globo de ensayo exitoso para implantar el neoliberalismo por la fuerza. Le siguió la Argentina, 1976.
Ahora nadie declara en la televisión defender los postulados neoliberales, pero toda la oposición de derecha lo único que defiende es eso. La demonización de los gobiernos progresistas en América latina es una reacción neoliberal. Chile vuelve a ser la punta de lanza de este neo-neoliberalismo. De Piñera dice Macri que “nos marca un camino”. Más claro no puede estar. Y el neoliberalismo no puede implantarse en democracia sin un correlato de valores. Lo de la república y la institucionalidad es pura retórica, equiparable a la cháchara antiestatal que precedió a las privatizaciones de los ’90. Con la complicidad perenne de los grandes medios, instalaron aquello de la “ineficacia” del Estado. Lo colectivo, lo cooperativo, lo mutuo, lo solidario fue un disvalor. El menemismo, que fue la forma que aquí tuvo el neoliberalismo, solamente pudo destrozar las redes sociales después de haber encolumnado a la opinión pública atrás de las palabras “modernización” y “ahorro”. Nunca quisieron decir más que ajustes salvajes y represión a los indisciplinados.
El mundo global sigue embrujado por el discurso único. El neoliberalismo estalló en 2008 en Estados Unidos, pero la crisis se mantuvo al amparo de los grandes medios mundiales. Afirma Pascual Serrano: “Actualmente, el 80 por ciento de las noticias que circulan por el mundo proceden de cuatro agencias internacionales: Associated Press, United Press International, Reuters y Agence France Presse. Esas agencias son las que establecen el orden del día”. A escala, los medios concentrados y la coyuntura política argentina se han encargado de que, por ejemplo, nadie pueda hilvanar con claridad lo que está sucediendo en Grecia con lo que se propone aquí cuando se discute el manejo de las reservas. Como el neo-neoliberalismo es todavía inconfesable, el motivo que se esgrime para obstruir el Fondo del Bicentenario es la desconfianza en el Poder Ejecutivo o en el kirchnerismo en general. Cuando la política se vuelve una cuestión de fe, estamos en problemas. La democracia no es una cuestión de fe. Es antes que nada un conjunto de reglas racional y colectivamente aceptadas.

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