lunes, 17 de mayo de 2010

Cuando hacer periodismo incomoda...

pedido de publicación "El Diario de Pinamar"
Alguna vez un periodista de renombre dijo que hacer periodismo en un pueblo chico era tan difícil como entender de física quántica, y, en nuestra ciudad, eso lo supera ampliamente.
En efecto, ejercer el periodismo en Pinamar no es tarea fácil, puesto que no solo se trata de ser veraces sino que también significa enfrentarse a los que se creen “inimputables”.
La construcción de la “la verdad” es un rompecabezas, cada uno posee diferentes fragmentos, y así, en nuestro rol de comunicadores, tratamos de encajar y unir las piezas.
A partir de esa tarea de “reconstrucción”, informamos acerca de la realidad a través de nuestra mirada. Nunca pretendimos ni pretenderemos arrogarnos la razón de “la verdad”, pero, a pesar del riesgo de ser etiquetados, alabados, descalificados, perder o directamente no recibir una pauta publicitaria, nunca traicionaremos la consigna que nos llevó a crear este medio.
Ésta no es solo una actitud periodística sino también de vida: llevar la información al lector de un modo fidedigno y racional.
Este medio gráfico tiene como principio fundamental participar a la ciudadanía sin mordazas, con la firme convicción de que la noticia no sea ni amarillista ni encubridora.
Con pocos meses de vida tratamos de continuar, no a cualquier precio, en medio de un contexto confuso en que periodistas, políticos, empresarios y diferentes actores de la sociedad, miden con una vara los actos ajenos y con otra, los propios. De esta actitud deviene una sociedad hipócrita.
Las críticas suelen dolernos, sobre todo cuando nos la tiran en al cara, pero no debemos olvidar que es una consecuencia ineludible de nuestros actos. Ocupamos un lugar en la sociedad y adoptamos un comportamiento que, puede ser, correcto o incorrecto.
Pues bien, debemos hacernos cargo de ese proceder y aceptar las críticas y hasta el desprecio sin matar al mensajero.
Por otro lado la desfachatez de algunos personajes-periodistas que ocuparon y pretenden seguir ocupando lugares preponderantes en los destinos de la cultura, con suma omnipotencia, pretenden hoy enmascarar sus actos y juzgar con soberbia nuestra práctica y cualidades periodísticas desde el podio que le otorga su propia jactancia.
Hace pocos días en un programa radial pudimos escuchar al dueño de una emisora, Quique Arias, entrevistado por Víctor Gamarra -como si estuvieran en una mesa de café-.
Quique Arias desparramaba denuncias a diestra y siniestra. En la seudo confesión, que reflejó muy bien el Semanario Pionero, el ex Sub Director de Fiscalización relató como él y el ex Director de Cultura, Jorge Esperón, que en ese momento oficiaba de periodista en la radio de Arias, coaccionaron al Intendente destituido Roberto Porretti, en la ciudad de Buenos Aires. Este risueño chantaje, así lo describió Arias, consistió en que el ex Intendente los empleara en el Municipio para que dejaran de hablar mal de él. El resultado final fue Arias a Fiscalización y Esperón al Teatro de la Torre.
Los que ejercemos el periodismo, con título o sin título, en el periódico “El Diario” y en nuestras páginas de Internet no somos “independientes”. Dependemos de nuestra honestidad ideológica, de la dignidad de nuestras acciones, no los de hace una hora sino las de una vida y, coherentes con estos criterios llevamos la información con ética, mal que les pese a muchos.

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