viernes, 10 de septiembre de 2010

Mirar para adentro y estallar


El fin de semana pasado la colectividad Boliviana de Pinamar realizó la Ceremonia de la Pachamama con una convocatoria pocas veces vista. La Plaza Bolivia recibió a miles de personas que viernes, sábado y domingo se acercaron a participar de la celebración tradicional y la feria. El homenaje a la Madre Tierra se extendió hasta la madrugada. El sábado y el domingo, los vecinos participaron de la música y las danzas que las distintas colectividades del partido y de las ciudades vecinas compartieron en el círculo ceremonial. El color y el brillo de los trajes relucieron. La plaza se llenó de danzas que ya no sienten vergüenza de mostrarse en Pinamar. Ritmos que llenan el aire y la tierra de memoria y orgullo. Algo nuevo está sucediendo en Pinamar. Su gestación fue lenta. Hoy, estalla. Como dijera uno de los organizadores de la fiesta, “somos un elefante dormido”.
Frente a esta realidad que emerge con fuerza, no es posible dudar de la necesidad que tiene nuestro pueblo de contar con espacios de participación cultural que permitan y estimulen el reconocimiento de las raíces culturales y las vuelquen a la comunidad.
El año pasado, tanto la colectividad boliviana como la peruana presentaron proyectos para la creación de una feria de los artesanos. Hace un mes, el HCD aprobó la creación de un paseo de las colectividades en las plazas Bolivia y Perú. La Plaza Bolivia (La Plata y Central, Ostende), colindante con la Plaza Perú, está ubicada sobre una arteria altamente transitada. Es paso obligado para acceder a Cariló o a Pinamar. Esto la convierte en un espacio privilegiado para proyectar el Paseo de las Colectividades aprobado por el HCD.
Mucho más que un destino turístico
Pinamar es mucho más que un destino turístico. Pinamar tiene vida propia y necesita dejar de venderse por un tiempo y empezar a mirar hacia adentro.
No todo lo que tiene Pinamar es turismo. También tiene pueblo. Tiene identidad, cultura, personalidad. La Ceremonia a la Pachamama y su importante convocatoria son una muestra de ello. El ritual y la feria que le continúa por dos días están lejos de ser una “fiesta boliviana para bolivianos”. La particularidad y la riqueza de esta fiesta radican en que convoca a toda la comunidad. También a vecinos y artistas de otras ciudades. Se trata de una fiesta que organiza y sostiene el pueblo con su arte, su música, sus danzas, sus aplausos y su necesidad de recreación. Pero, fundamentalmente, está sostenida desde los rituales ancestrales.
Está claro que la feria, por su importante convocatoria, necesita sí o sí del apoyo y la ayuda municipal. Colaboración ésta que fue negada una y otra vez. ¿Será que los gobernantes no saben ver? ¿O será que apuestan a que la iniciativa no crezca?
En Pinamar, algo nuevo se está revelando. Es el orgullo de pertenecer lo que emerge desde adentro de la comunidad. Es hora de que los funcionarios dejen de mirar desde arriba y desde lejos estas manifestaciones para empezar a comprometerse en serio con una política intercultural que proyecte hacia adentro.
Mariana Dufour
Responsable del Programa Intercultural
Araí Rugûay / Rabo de Nube.

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