martes, 4 de septiembre de 2012

Asesinato de Juan Lobo “ESTAMOS MUY SOLOS”



Por Mariana Dufour
El domingo 2, el vecino y guardavidas Juan Lobo fue asesinado a puñaladas por un puestero en el marco de la Ceremonia a la Pachamama organizada por la Colectividad Boliviana de Pinamar. A minutos del cierre de la fiesta andina, a las 19:00, Daniel Rodríguez, tras una inesperada y violenta reacción, asesinó a Lobo de tres puñaladas en un hecho confuso que, por lo rápido e impulsivo, aún se hace difícil precisar los motivos que lo llevaron a la desquiciada reacción. En forma inmediata, los organizadores de la ceremonia dieron por terminado el evento. Mientras, un móvil policial se hizo presente en la plaza y Rodríguez se entregó en forma inmediata confesando ser el autor del crimen. Hoy, Rodríguez se encuentra libre esperando el proceso judicial que decida su futuro.  .
A minutos del hecho, autoridades de la colectividad, luego de presentarse en el hospital de Pinamar, se dirigieron a la Comisaría de Ostende para prestar declaración. Además, mantuvieron un encuentro con el secretario del fiscal, Juan Pablo Calderón. (Esta periodista, colaboradora en la organización de la ceremonia, también prestó declaración).
Ninguno de los organizadores del evento fue testigo del hecho ya que éste sucedió detrás del escenario y de una gran carpa levantada para albergar a los bailarines. Sin embargo, según fuentes policiales, son varios los testigos del hecho que también han prestado declaración.
La falta de respuesta municipal
Hace cinco años que la Ceremonia a la Pachamama, declarada de interés municipal, se realiza en la Plaza Bolivia con una gran concurrencia de vecinos de Pinamar y la región. Ninguna autoridad municipal puede alegar que fue sorprendido por este evento: el mismo secretario de Gobierno, Juan José Rodríguez, dijo este viernes que ya era una tradición en Pinamar.
Como la participación de grupos de danzas ancestrales tanto de la colectividad boliviana como la paraguaya, peruana, etc. y grupos folklóricos argentinos es muy numerosa, el primer año, los organizadores de la fiesta convocaron a las cooperadoras a participar de los tres días de fiesta con stands de venta de pastelitos, tortas, panchos, etc. para hacer mas agradable la estadía de las familias. Sin embargo, a partir de la segunda edición de esta fiesta, la plaza es invadida por puesteros que llegan, mayoritariamente, desde otros lugares e instalan sus stands desde el día anterior. Así, la venta de alcohol se hizo incontrolable para los organizadores de la ceremonia.



Solicitud de ayuda a las autoridades
Año a año, la colectividad solicita al Municipio la colaboración en la organización de esta fiesta que demanda escenario, sonido, luces, baños químicos, carpas, controles policiales, inspectores, etc. Esta colaboración ha sido siempre muy escasa. Así, la mayoría de los costos corren por cuenta de la colectividad. Costos que son solventados con el alquiler del espacio que ocupan esos stands. Sin embargo, la gran preocupación de los organizadores fue, desde un inicio, la venta de alcohol de los puesteros.
Por eso, el año pasado, miembros de la colectividad mantuvieron una reunión con el director de Fiscalización, Roberto Baena, para explicarle “lo incontrolable” de la situación y solicitarle su apoyo y colaboración ya que los puesteros insultan a los bolivianos cuando éstos exigen determinadas conductas. La nota entregada en junio, es decir, tres meses antes de la ceremonia, dice: “…nos dirigimos a UD a fin de solicitar el apoyo y control de la feria que se monta alrededor de la tradicional Ceremonia a la Pachamama que se realiza cada año en la Plaza Bolivia (…) Como Usted sabe, cada año se acercan a la plaza gran cantidad de feriantes golondrinas que arman sus precarios puestos de feria para vender productos de todo tipo. La situación, no estimulada por la colectividad, requiere del control del los inspectores que integran el área que UD dirige. Si bien no estamos en contra de que se arme una feria alrededor de la plaza, requerimos de su control e inspección correspondiente. Como el evento es, además, de gran interés turístico, es necesario que el frente de la plaza, sobre Av. Central, este despejado, es decir, libre de stans. Estamos convencidos que el desarrollo de esta ceremonia permite a nuestra colectividad participar a los ciudadanos, y a quienes nos visitan, de las danzas, la música y los trajes tradicionales de nuestro pueblo colaborando con el  enriquecimiento y desarrollo cultural de la comunidad.  He ahí la importancia de este acontecimiento. Por eso, la feria que la acompaña, debe estar acorde a esta iniciativa”.
A pesar de las promesas y el compromiso asumido con los organizadores por Baena, los inspectores han brillado siempre por su ausencia. El año pasado, la justificación esgrimida hoy por el funcionario de falta de presupuesto, no existía: el entonces jefe comunal, Blas Altieri, a dos meses de las elecciones, alegaba el orden financiero en que se encontraba el Municipio. Este año, Baena admitió en el programa radial PinamarHoy que los fines de semana se cuenta con una guardia minima de fiscalización: “¿Cómo hago para controlar a 1500 personas?” preguntó el funcionario a Tito Bausela y, exhibiendo total falta de previsión en el control de un evento que ya debiera formar parte del organigrama municipal, justificó la ausencia de inspectores en la plaza por tratarse de un espectáculo al aire libre y en espacio público. Baena aseguró que el control debe ser ejercido por la policía.

La palabra de la colectividad
Así las cosas, el control durante los tres días de fiesta queda siempre en manos de la colectividad que poco puede hacer ante feriantes que no son convocados por éstos porque no hacen a la esencia de la ceremonia. Lo mismo sucede con el control policial: éste es escaso o nulo. Como dijo el presidente del Concejo Deliberante, Alberto Germain, el viernes no se vio ningún patrullero custodiando la plaza. Tampoco los dos días siguientes. Es la colectividad la que debe contratar seguridad privada. Una seguridad que, evidentemente, es escasa ya que se limita a dos o tres custodios para toda la plaza.
Es importante recordar que esta fiesta, declarada de interés municipal, se realiza en Pinamar hace nueve años y, en la Plaza Bolivia, hace cinco siempre en la misma fecha. Ninguna autoridad puede aducir que los toma por sorpresa. De hecho, el viernes presenciaron la ceremonia el secretario de Gobierno, Juan José Rodríguez, el secretario de Turismo, Juan José Buchelli, el director de Cultura, Jorge Esperón, entre otros funcionarios. Ninguno se percató de la falta de control municipal en el predio. Ninguno objetó la venta pública de más de sesenta puestos en la plaza. Puestos que, sin duda, también hacen a la importante convocatoria del evento.

Un asesinato que enluta a la comunidad
La Ceremonia a la Pachamama, un evento pensado para la integración cultural de la heterogénea comunidad pinamarense, se vio empañada por un asesinato terrible que no encuentra explicación y que, seguramente, la presencia de control policial y municipal pudo haber evitado. Este crimen pone en evidencia la falta de interés de este municipio en avalar, estimular y cuidar eventos generados desde la comunidad.

Tanto el presidente de la Colectividad Boliviana, Rene Olazo, como su secretario, Mario López, reconocieron y denunciaron la falta de controles en el momento del asesinato de Lobos. Una vez más, Olazo aseguró a la prensa que están muy solos: “Desde el primer año reclamamos a las autoridades municipales el apoyo y la participación municipal”. Muy pocas veces esta respuesta ha sido favorable.


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