lunes, 18 de abril de 2011

Periodistas u operadores políticos

(Pinamarinfo)Todos aquellos que estamos en el mundillo de los medios de comunicación pinamarenses, hemos asistido, a lo largo del tiempo, a la aparición y desaparición de periodistas o comunicadores, conductores o locutores. De esta fluctuación se desprende - por nombrar algunos- el reconocido Oscar Gonzáles Oro. Por otro lado, podemos recordar a Masjoan, Siedlecky y tantos otros. A ellos, antes como ahora, se los acusaba de oficiar de operadores políticos en época de elecciones. La solapada operación, si bien era simple de comprobar, guardaba cierto decoro. Aunque el cambio discursivo era notable ya que, en muchos casos, pasadas las elecciones, los acuerdos eran traicionados y los damnificados, desgarrándose las vestiduras, volvían a sus locuaces acusaciones.

En aquellos tiempos, al tener menos ondas sonoras en el éter, el protagonismo de algunos comunicadores era primordial. Este componente asistía a su cotización a la hora de pautar la propaganda política. Un ejemplo de ello fue Rubén Oliva y su programa “A toda Costa”, un fiel imitador de Tinelli que contribuyó a la llamada tinelización de los medios en pleno apogeo de la nefasta época menemista. Oliva y su emisora radial de entonces, Power, fue, en algunos casos, escuela de muchos periodistas o comunicadores. Para otros, solo significó una simple pasantía que, en su gran mayoría, terminaron en ruptura irreconciliable originando la apertura de otra emisora.

Si realizamos un paralelismo, algo parecido ocurrió con el semanario “Pionero” y su inefable propietario, Jorge Luís Mattioli. ¿Quién, de los periodistas gráficos, no ha escrito una columna en ese semanario? ¿Quién no ha desplegado sus primeras armas de escritura bajo las órdenes de ese añejo personaje? Hombre al que se le ponían los pelos de punta cada vez que un nuevo medio grafico le disputaba los lectores. El discutido, controversial y autoritario Mattioli, ha sabido conducir ese medio entre dos aguas: la económica y la de la ética, hasta nuestros días.

En cuanto a la televisión, “Canal 4” goza de su hegemonía localista a pesar de que existe el seudo canal digital, Telpín TV que bancan los asociados de Telpin sin ninguna retribución: ni cultural, ni monetaria. El legendario Canal 4 es puerto de periodistas y camarógrafos. Hoy, su propietario es Pablo “Pollo” Federico. Los de ayer, Jorge Ducasse y el apodado “Sordo” Matiassich quien, también, fuera propietario de la primera emisora, Radio Pinamar.

Varias veces florecieron las acacias desde entonces y aunque no parezca, ha corrido mucha agua bajo el puente. El ingreso de nuevas generaciones, la llegada de nuevos personajes, la apertura de emisoras de radio, hicieron prever que el ambiente de la comunicación cambiaria… para bien, claro está.

Radialmente hablando, el panorama actual nos encuentra con muchos medios de comunicación. En gráfica, la cosa no es tan fácil y montar un canal de televisión, ni hablar. Pero algo sí se ha modificado sustancialmente: la aparición de los “medios digitales” que, si bien son una herramienta utilizada por las radios para reproducir sus programas, el abanico de voces amplificó el espectro comunicacional. No obstante, debemos reconocer que, en muchos de ellos, predomina la mala escritura y la chabacanería gramatical. Quien escribe no es la excepción: el cansancio y la soledad laboral muchas veces boicotean la tarea.

Si establecemos similitudes entre los comunicadores de la actualidad y los del pasado, encontraremos un rasgo identificatorio por excelencia: “la discrecionalidad”. Este rasgo puede tener una cuota positiva. Quizás antes “había vergüenza”, aunque ello no disculpa la estafa a los lectores, oyentes y televidentes. Cuando utilizamos el término discreción nos referimos a reserva, mesura. Una pequeña muestra de que esto se perdió es el encuentro radial del año pasado entre dos pesos pesados: Víctor Gamarra y Enrique Arias, ex director de Prensa y ex sub director de Fiscalización. En un momento del dialogo, Arias, con la impunidad que le da su verborragia, contó cómo él y Jorge Esperón – conductor radial y ex director de Cultura - chantajearon a Roberto Porretti para que les diera un cargo en el Municipio. Hecho que, inexplicablemente, se concretó.

Los acuerdos entre funcionarios y periodistas son moneda corriente y quedan sellados con esta frase: “Yo te doy tanto… y vos no me pegas”. En una charla de café, un comunicador me dijo, mientras castigaba sistemáticamente por su micrófono a una autoridad municipal, “hay que agarrar al más débil”. Así, las áreas que dirigen pasan a gozar de los privilegios de la buena administración. Estas maniobras hacen que, en época de campaña electoral, se profundicen considerablemente. No podemos negar que los medios sobreviven económicamente gracias a las pautas oficiales, a la publicidad empresarial, a pequeños comerciante que sueñan con crecer y, finalmente, a la “diferencia monetaria “que se hace en campaña electoral. Es por ello que Altieri, gran conocedor de ese suelo pantanoso, compró casi todo el pantano.

Ahora bien, existe una línea muy delgada que separa la ética profesional de la estafa informativa. En esta dirección podemos señalar al portal digital “Pinamar Diario” a cargo de Víctor Gamarra. Sus páginas reflejan, con total desparpajo, la postura “hoy altierista”. Decimos desparpajo porque su perorata radial se modifica considerablemente según intereses lejanos del arte de informar. Así, como señalamos a Gamarra, no se debe excluir del hecho a la ex presidenta del HCD que, de un tiempo a esta parte, ha dado sobradas muestras de ineficacia política y legislativa. Di Pascuale, que continua dando pasos en falso, envió una nota al HCD suspendiendo las sesiones ordinarias a través de un fax originado desde la telefonía de “Pinamar Diario.com .ar”. Una operación que demostraría la complicidad.

Cuando se sobrepasa esta barrera y se dejan de lado los principios, se contribuye a la proliferación de la mala información que manipula, que confunde a la ciudadanía. Cuando los periodistas se venden como simples productos y no resguardan la integridad de la información, confunden. Cuando eluden la responsabilidad como actores sociales, responsables de lo que sucede o sucederá, deben hacerse cargo de sus acuerdos espurios.

Presentación de un escenario político

El aire marino en Pinamar esta enrarecido y el clima electoral profundiza las relaciones bélicas entre los partidos políticos. La lectura es compleja. Se hace casi imposible describir un panorama apenas claro. En virtud de esta tarea, y ante tanta operación mediática, se hace indispensable detenerse y analizar. Por ello, nos remitiremos a una simple observación de lo acontecidos en el HCD y el tratamiento que los medios le están dando a lo sucedido.

Un ejemplo de ello es lo reflejado en el semanario “Pionero” cuya línea editorial transita por dos carriles. Su periodista, Mariana Dufour, describió la atmósfera vivida en la sesión especial desde su mirada sin obviar datos precisos. El lector puede llegar a una conclusión sin mentiras ni tergiversaciones. En recuadros apartes analizó: “La defensa de Di Pascuale que hizo el alterismo se debía a su condición de presidenta del organismo. El alejamiento de Di Pascuale del bloque de concejales peronistas, la formación de un mono bloque, el doble voto por se presidenta del cuerpo y una sugestiva alianza con el intendente de otro partido provocaron su salida abrupta de la presidencia”. Esta conclusión puede gustar o no pero es puramente verosímil y construida con datos ciertos. De la misma manera consideró: “Si Di Pascuale no hubiera pasado a las filas del Altieri -traicionando los votos que le otorgaron la banca- la modificación de la Presidencia no habría provocado el escándalo que provocó”.

A diferencia de Dufour, Raúl Coronel, eligió para poner claridad sobre la legalidad de la sesión especial en cuestión, al ex juez Carlos Rajcovich. Como titulo suena impactante acudir a un ex juez para buscar la información veraz que permita llevar a los ciudadanos un poco de luz al gris panorama político. Sin embargo, el refrán dice “no aclares que oscurece”. El engaño consiste en que, tanto el periodista como el entrevistado, omiten elementos que modifican la información y la realidad. Coronel, en su introducción imparcial y falsamente objetiva –no porque él sea falso, sino porque la objetividad no existe y mucho menos la imparcialidad- evitó decir que Rajcovich es un altierista de la primera hora, que le debe a Altieri parte de su carrera y su nombramiento de Juez, que fue secretario del HCD por el MUPP y que lo une a Di Pascuale y su marido una amistad. La ausencia de estos puntos priva al lector de la orientación de la nota y la omisión deliberada vira desde el compromiso periodístico hacia lo que podríamos denominar una solapada “operación política”.

En cuanto al moderado Rajcovich, detrás de la premisa “hay que salvaguardar las instituciones”, catalogó a lo sucedido como un “golpe institucional”. Es grave la aplicación del término utilizado por el Juez pero, ya que lo mencionó, lo analizaremos. Además de “golpe institucional” agregó “donde la gente denostaba esta ley”. La pregunta sería ¿Quién pretende, en verdad, realizar un golpe institucional? ¿Quién denosta esta ley? ¿A cual ley se refiere: a la ley Altieri? Una simple modificación de autoridades del HCD no está sujeta a esa ley. El Concejo es un cuerpo legislativo independiente pero Rajcovich pretendió desviar el foco de atención. Quienes armaron los disturbios, avalados por Di Pascuale, fueron los funcionarios del Municipio e individuos comandados por ellos. Esos funcionarios, participes activos en algunos casos y testigos fieles en otros, pusieron en riesgo a todos los presentes.

El Ejecutivo pretendió, y pretende, manejar los hilos a través de su marioneta y Di Pascuale perdió el Norte. Los que estuvieron presentes saben la verdad, aunque la callen, aunque la pretendan cambiar o modificar por omisión como el ex Juez Carlos Rajcovich.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente esta nota de Adelina. Muy objetiva y precisa.

Laura Gimenez