martes, 2 de julio de 2013

La envidia…



Por Guillermo Caprarulo
Muchos sentimientos limitan, pero la envidia es de los más dañinos y paralizantes.
Lamentablemente es muy común en aquellas personas que creen no ser capaces de obtener lo que desean en sus vidas.
Cuando alguien desea algo que otro tiene y en lugar de alegrarse por ello lamenta no tenerlo, eso es envidia. Surge de las comparaciones, de sentirse y creerse menos que los demás, de desear algo y de creer no saber cómo obtenerlo.
Cuando una persona siente envidia se limita y experimenta sensaciones muy negativas afectándose a sí mismo. Puede ser manifestada en cualquier entorno: trabajo, familia, amigos, vecinos, pareja, destruyendo relaciones.
La envidia es: celos, resentimiento, rencor, rabia, desazón, disgusto. De modo que no puede existir envidia buena.
Se puede desear lo que otro tiene o querer vivir su experiencia, pero enojarse porque le sucede, es también envidia. La envidia perjudica tanto al que la manifiesta como al que es envidiado, es un sentimiento que causa sufrimiento.
La envidia puede generar en quien la siente: deseos de agresiones verbales, físicas y de crear obstáculos en la felicidad de otros.
El que envidia no se da cuenta ni valora las cualidades que tiene para lograr lo que desea y aniquila así su crecimiento. Hay a quienes les cuesta reconocer que sienten envidia.



Una de las consecuencias más terribles de la envidia son los pensamientos repetitivos acerca del objeto deseado o bien acerca de la persona a la que envidiamos. Entonces dejamos de centrarnos en nuestra vida, en lo que nos interesa, en lo que nos nutre, y nos instalamos en el afuera, haciendo un “seguimiento” de la vida del otro, e incluso, llevado al exceso, intentando hacer daño a quien envidiamos: hacer correr rumores, humillarlos, intentar que no consigan lo que se proponen. El arma del envidioso es la mentira.
Napoleón Bonaparte afirmó que "la envidia es una declaración de inferioridad".

Si hoy en tu vida deseas tener algo que otro tiene y no te crees capaz de obtenerlo, te sugiero lo siguiente:

- Comienza por valorarte. Si otros pueden, tú también puedes.
- Aprende del otro en lugar de quedarte deseando lo que tiene.
- Si te provocan envidia y te disgusta ese sentimiento, enfócalo en positivo, te está indicando que hay aspectos en tu vida para mejorar y que no terminas de aceptarlo.
- En esta vida todos somos maestros de todos y aprendemos constantemente unos de otros. Así que en lugar de quedar deseando lo que otros disfrutan o logran, mejor aprende cómo lo hacen y obtienen.
- El envidioso sufre por los éxitos de otros y es lamentable para él que pierde su energía en eso, en lugar de alcanzar sus propios objetivos.

Y como dijo Arthur Schopenhauer “La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren”.


Fuentes: Heiddy Sulbarán y Alejandro Rubio

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