martes, 20 de marzo de 2012

PRESUPUESTO MUNICIPAL DE PINAMAR.


(Triste historia entre Vencedores y Vencidos)
Mucho hemos escuchado en estos últimos meses respecto del tema presupuesto municipal de Pinamar. Insultos, agravios, desprestigios varios, comentarios y opiniones oficiales y de las otras. Números que van y vienen y que se tiran sobre la mesa tratando de que convenzan, por su aparente simpleza conceptual, a los contrincantes de una lucha con final incierto.
Lo cierto es que toda esta parafernalia argumentativa, por momentos de una pobreza y brutalidad mayúscula, ha dejado al desnudo qué entiende cada uno, oficiales y contrincantes, sobre ideas básicas como democracia, política, Estado, respeto, diálogo, convivencia, diferencia, pueblo, voluntad popular… etc, etc.
Antes de decir algo sobre los “oficiales” y los “otros” quisiera dar a conocer mi postura sobre el tema presupuestario. Sólo una idea global y directriz.
Los números no son sólo números vacios. Son números llenos de política. Hemos escuchado de parte de los oficiales que el presupuesto es el arma para gobernar que tiene el ejecutivo. Error. La política es el medio para gobernar (nunca un arma, mala metáfora). Gobernar es procurar el bienestar general. Procurar el bienestar general es fijar prioridades para el desarrollo de todos, especialmente para que aquellos sectores más desfavorecidos puedan ser incluidos y participen en mejores condiciones de igualdad en el desarrollo de una comunidad. El presupuesto se convierte entonces en aquello que desnuda las ideas políticas (ideología) de quienes nos gobiernan una vez que se caen las caretas de las promesas de campaña. Esto ocurre siempre con los que “ganan” no con los que “pierden”, ya que a estos les resultaría imposible, justamente por su condición de “perdedores”, demostrar que su palabra de campaña fue honesta. El que “gana” tiene la responsabilidad de gobernar con la palabra dada y comprometida a sus seguidores. Ejemplo: Si los oficiales hubieran dicho en su campaña que iban a implementar un aumento de más del 60% en las tasas municipales, y así y todo hubieran “ganado” creo que su reclamo actual a la oposición hoy tendría mayor legitimidad. Por la otra parte, la oposición, debe y se hace cargo de las palabras dichas a sus seguidores y entonces defiende el no aumento de las tasas. Me pregunto: acaso no es valorable quien mantiene su palabra, aún estando en esa supuesta condición de” perdedor”? En la vida, no nos resulta detestable, falluto, falso, aquel que nos engaña en nuestra buena fe? Las relaciones humanas se basan en la confianza, hasta las relaciones económicas se basan en la confianza… si nos mienten y nos mienten mal, estamos en el horno como individuos o como comunidad.
Ahora bien, resulta que el que “ganó” no se hace cargo ni de su responsabilidad de gobernar, ni de sus propias promesas de campaña.
Al mejor estilo adolescente que quiere ser independiente pero que lo mantengan los padres, padres a los que muchas veces critica duramente, este gobierno le pide plata a quienes se cansa de desprestigiar, ofender, chicanear y patotear.
El Gobierno Nacional por dos años no tuvo presupuesto aprobado. Una mujer, siempre son las mujeres, puso lo que muchos no tienen y gobernó. Se hizo cargo de su cargo. No lloró por los rincones ni apeló a deformadores de opinión para victimizarse, ni dijo que la querían desestabilizar, ni dijo así no puedo gobernar. Y todo eso por mucho menos de los $ 100.000 que gana un intendente de un municipio de 36.000 habitantes con 10 concejales. Es en esto donde las ideas políticas (ideología) y las personas se muestran a cara descubierta. En estas situaciones se ve la capacidad y el coraje que implica gobernar.
Si alguien comparte la idea de que el municipio es una empresa política, y los funcionarios son los gerentes de esa empresa, entonces el rumbo es éste, el actual. No lo comparto pero lo respeto. Las empresas están para generar ganancias y los gerentes para participar y disfrutar cada vez más de esas ganancias. Viáticos, movilidad, autos oficiales, combustible, gastos de representación, etc, etc. Por eso es coherente con esta idea que algunos decidan pasar a jugar en el club de los gerentes y dejen de lado sus mentirosas luchas políticas, sindicales, o por la verdad de la información periodística. Sin duda el club de los gerentes debe tener su atractivo. Me pregunto qué dirían sus antecesores?, me pregunto qué dirán sus sucesores? Decía Eduardo Galeano, “el que traiciona la palabra traiciona el alma”. El problema no es pertenecer al club, el problema es decir que no se es cuando se es miembro por vocación propia.
Los oficiales argumentan, con total justeza y legitimidad que “ganaron”. Es verdad, fueron los más votados, y no es la primera vez que es así. Eso también es una realidad incontrastable. Pero también es una verdad incontrastable que el 62% de los votantes optó por otras alternativas políticas y que están legitimadas en el Concejo Deliberante. Esto en realidad es una cuestión que lleva a un debate más complejo sobre justicia y legalidad.
Ejemplo. La ley, la legalidad, le permite a cualquier Intendente “ganar” y ocupar el cargo tan sólo con un voto más que su inmediato seguidor. Eso es legal. Ahora bien, si esto es legal, y por lo tanto se supone que es justo, por qué en el caso de los presidentes existe el ballotage? Dicho de otra manera, si fuera un mismo sistema eleccionario para todas las instancias (Presidente-Gobernador-Intendente) los pinamarenses hubiéramos tenido ballotage para definir quién nos gobernaría entre el 2011 y el 2015. Tal vez hubiera sido ganador este mismo Intendente en segunda vuelta y eso le hubiera dado más target para gobernar y no un flaco 38%.
Digo, me pregunto, ese 62% no existe para los oficiales? Los oficiales no deberían gobernar también para ese 62% de perdedores? Es obvio que no pueden hablar con todos y cada uno de ellos. Sin duda, sacando la consulta popular (plebiscito), esto es imposible. Pero por suerte la democracia nos permite, le permite a los oficiales, establecer un diálogo con quienes representan a ese 62% perdedor. Entonces, me sigo preguntando: el diálogo es una cuestión de buena voluntad o se trata de respeto hacia aquellos que “perdieron” mayoritariamente frente a una amplia minoría?
La democracia es consenso en la búsqueda del bien común. Si lo planteamos en términos de ganadores y perdedores entramos en el campo de la competencia. Consenso y competencia son ideas antagónicas. Una busca el equilibrio basado en el diálogo y el respeto, busca alcanzar acuerdos. Acordar es desligarse de todo capricho y obsesión por vencer, implica grandeza personal o colectiva.
La otra busca el avasallamiento, aplastar al rival, someterlo, hacer todo lo posible para salir victorioso. Implica soberbia, afán de conquista. Necesidad de ser exitoso a cualquier precio.
Estamos mal así como estamos. Yo creo en el consenso. Les pido a los oficiales y a los otros que quieran honrar la política que busquen el consenso y de no ser posible… que el pueblo decida.

Walter H. Montero.
DNI 13.945.692

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