por Walter Montero
El jueves
pasado se dio el encuentro entre el Dr. Lucas Ventoso y el ex asesor
externo del municipio Dr. Carlos “el
mañero” Oricchio. Ocurrió finalmente en el Programa “Que Mañana” que conduce
Tito Bausela. Hecho significativo en sí
mismo ya que habla de la necesidad del Dr. Oricchio de salir en los medios con
la intención de confundir. Aún en aquellos
en los que no tiene garantizado ni el aplauso ni el silencio cómplice.
Las dos notas hechas por el periodista al Dr Oricchio
muestran que es posible repreguntar y que esto no necesariamente implica ser
tildado de “periodista militante”. Se
trata de informar y de querer saber distintos aspectos sobre la verdad de los
hechos. Se trata de ser nobles y dignos ante los demás, ante nuestros hijos y
amigos y no como traficantes mercenarios
de la información.
Y ¿cuál es la
verdad de los hechos?
Que familiares y amigos del intendente ocupan
viviendas destinadas a familias de
escasos recursos.
Que Oricchio figura como apoderado de la fundación
Ecopinar y que es amigo y socio del Intendente Altieri.
Que se talaron árboles ilegalmente para que la
empresa de ambos construyera un hotel además de otros pormenores.
¿Cómo se defendió “el mañero” Oricchio?
Con la idea de verdad jurídica. Una idea donde la
verdad es aquella que se puede probar
dentro de un proceso judicial. Poco importa lo que resulta evidente para
toda la comunidad y que expresó cabalmente Tito Bausela.
A Oricchio no le importa la verdad, le importa lo que
le puedan comprobar. De ahí que es lógico comprender el cinismo con el que
recorrió toda la entrevista y que por momentos indignó al conductor.
A confesión de parte relevo de prueba dicen los
abogados. Oricchio no iba a confesar nada. Ni siquiera aquellas cosas que nos
resultan obvias a todos.
Un párrafo aparte merece su insistencia argumental
sobre el “conocimiento científico” con el que pretendió avasallarnos y
ningunearnos a todos a través de la figura del periodista.
En un tono lleno de obscena soberbia, propia de quien se cree en una
categoría supra humana, nos mandó a callar a todos tratándonos de ignorantes.
La finalidad de este argumento y de hacerlo público a través de los medios es
la necesidad de generar dudas en la
comunidad sobre su verdadera participación en los hechos denunciados.
En sí mismo este argumento es un absurdo conceptual
importante que amerita recomendarle al Doctor Oricchio la lectura de algunos
autores sobre teoría del conocimiento y epistemología, como por ejemplo Gastón
Bachelard, Thomas Kuhn, o Michel Foucault.
Los abogados, los juristas son los representantes
simbólicos de una ciencia que es básicamente interpretativa, en la cual la idea de verdad y el proceso delineado para
conocer la misma es un producto histórico y social.
La interpretación jurídica es una actividad que
desarrollan todos los sujetos que intervienen. Interpreta, en primer lugar, el
creador de las normas generales y abstractas. Interpreta el destinatario que
cumple o incumple esas normas. Interpreta el funcionario o agente que vigila y
exige el cumplimiento. Interpreta el abogado cuando asesora a sus clientes o
cuando esgrime en juicio la fuerza de dichas normas. Interpreta también el juez
que pronuncia sentencia.
Todo este mecanismo de la interpretación es la
que le permite al “mañero Oricchio” deformar una verdad real que, más allá de los
artilugios legales que pueda presentar él y sus amigos y socios, no podrán
cambiar la condena social que ya pesa sobre ellos.
Ojalá la justicia del Poder Judicial interprete
lo que todos sabemos, y que no deforme una vez más los hechos. El “mañero”
Oricchio podrá, espero que no, resultar inocente en un fallo judicial producto
de su habilidad, del manejo técnico de la causa, o de la complicidad de otros. Lo que no podrá cambiar Oricchio ni nadie es
la realidad de los hechos. Realidad y sentir comunitario que quedó
incontrastablemente expresada en la
afirmación del periodista cuando le dice que resulta particularmente “extraño”
que se haya enterado por los medios de comunicación que era apoderado de la
Fundación encargada de hacer viviendas sociales que terminaron en manos de
familiares de sus amigos y socios.
Que Pinamar está cambiando lo he dicho en varias
oportunidades. El cuestionamiento a lo instituido, a la autoridad en su forma
más retrógrada, es una señal saludable. Si esta crisis institucional sirve para
curarnos en sociedad bienvenida sea.
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